La chica del tren

Este texto lo he escrito para un concurso. El concurso me pide un relato con una temática relacionada con el tren. Así que lo comparto con vosotros:




No hay ni ha habido ni habrá personas suficientes en el mundo con tantos dedos para contar cuántas historias de amor han ocurrido. Y de todas ellas muchas se han situado en un tren, y la mía es una de ellas. Las introducciones suelen aburrir, pero tengo que situaros, seré breve: Yo era un joven que cada día dejaba que el tren me llevase de casa a la universidad y viceversa. Yo era un chico que fue abandonado por una chica y caí en ese infantil engaño que te dice que si una te abandonó y te hizo daño todas lo harán. Seguro que a muchos os suena esta historia, no es anormal ni extraña ni siquiera interesante. Pero todo cambia a partir de aquí. 
Vergonzoso, soñador, diferente... pero el punto importante no soy yo, es la historia. Y la historia nos conduce a que mis ojos se posaron en la sonrisa, o tal vez risa, de una chica cuyo pelo era negro como el carbón, con ojos grandes y de humilde estatura. Y si leéis un par de líneas arriba recordaréis que soy vergonzoso. Esto nos lleva a la cómica situación en que los días iban pasando y por muchas veces que ella coincidiese conmigo en la estación nunca hablábamos, pues la cobardía se apoderaba de mí. Ahora vislumbrad una estación de tren, y un chico que gira la cabeza demasiadas veces por segundo buscando con la mirada a esa chica. Una estación con gente con la mirada perdida pero con una personilla que iba examinando cada metro de esa estación. Cuando subía al tren iba buscando entre todas las miradas desconocidas la de esa chica, la chica del tren. Y pensaréis, ¿qué tiene de especial el tren en esta historia? El tren lo es todo. El tren es el elemento que me dio la esperanza. El tren es el lugar al que iba cada día corriendo esperando tener la valentía para hablarle. El tren era el lugar en el que mi imaginación bailaba cada día creando situaciones que sabía que nunca me atrevería a crear en la realidad. El tren y la estación se apoderaron de mí en la rutina, en mi imaginación e incluso en mis sueños. Y los días siguieron pasando, esos días en los que yo me dejaba caer en la estación esperando que algo cambiase, tal vez por mí o tal vez por la magia.
Pero siempre llega un día especial, tal vez diferente. Empezó corriente y normal; me levanté, caminé o tal vez corrí hacia la estación y me perdí en ella dejándome llevar por ese movimiento mío de cabeza tan característico. Pero esa mañana algo me invadió y me encontré con la valentía que tanto necesitaba. Y recorrí la estación con la mirada perdida para no cruzarla con los desconocidos que encontraba en mi camino. Cuando llegué a la chica del tren mi cerebro empezó a trabajar: Estoy en una estación de tren de una ciudad que no conozco, utilizaré eso. Así que me presenté y usando la excusa de que me enseñase la ciudad conseguí existir para ella. No fue honrado del todo utilizar ese argumento para conocerla, pero era lo primero que pasó por mi cabeza.
Y los días fueron pasando, eso nunca cambia. Y cuando la suerte está de mi parte coincidimos en esa estación. Y cuando coincidimos intento ser interesante, divertido, tal vez especial o tal vez diferente. Y no puedo seguir con la historia, pues no puedo ver mi propio futuro ni el de ella. Pero cada día sigo dejándome llevar por ese tren, espero con confianza en la estación y que el destino escriba esta historia, pues yo ya hice bailar la pluma hasta este punto. Y con la estación como escenario y yo como protagonista y escritor, la historia seguirá el curso que el tren y las vías dibujen para mí.


Me haríais un favor si ahora entrarais aquí http://relatscurts.tmb.cat/ca/relat/lliure/33 Simplemente entrad y si os gustó el texto dadle al Me Gusta del final. Muchas gracias.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y yo me pregunto, ¿quién no se ha enamorado nunca de alguien en el tren?