La jaula de la libertad

Ella era un alma libre, un gato salvaje, hacía lo que quería cuando quería como quería y donde quería. No era de nadie, nadie tenía derecho ni deber sobre ella. Llevaba su vida a su manera y era feliz, o ella decía eso siempre. No le faltaba nada, tenía un buen trabajo, un buen piso, unas buenas facturas. En su trabajo ella imponía su horario, su sueldo, su forma de vida. Su piso estaba decorado como ella quería. Y en las facturas... bueno, lo mejor sería no meternos mucho en ese asunto. Pero esa libertad se basaba en su vida solitaria. Tenía mil amigos y compañeros, no le faltaban fiestas y reuniones. Pero no estaba atada a nadie, no había nadie que decidía por ella y nadie a quién le debiera explicaciones. Pero todos sabemos, y si no lo sabes ya va siendo hora de que lo sepas, que la vida da cien vueltas y nunca sabes lo qué te esperará. Y ella se encontró un día con esos ojos verdes, con ese pelo sedoso, con ese cuerpo en forma, con ese hombre de ensueño. Y cuando se rindió a su voz, a su encanto, a su caballerosidad, a su todo... se dio cuenta que podía enamorarse pero no podría nunca permitirse el incluirle en su vida, pues ella estaba atrapada en esa jaula de libertad.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Molt be, qui 'es?

DNI dijo...

No sé qui ets tu i tampoc sé qui és la noia de la història, em vaig inspirar en una pel·lícula; Desayuno con diamantes, molt recomenada.