Un poco de imaginación

Un paseo en la playa. Una acera muy ancha, con baldosas blancas y rojas que dibujan figuras del mar, como marineros y sirenas. Hay bares en línea con muchas mesas y sillas, todas son blancas y de hierro. Al lado se extiende la playa, una arena blanca y fina cortada por unas suaves olas del mar.
Mucha gente pasea, deambula, camina por allí. No tienen los contornos bien marcados, no se les ve bien, no parecen importantes. Alguien destaca: un chico sentado en un bar, se le puede ver claramente. Lleva una americana negra, a conjunto con unos pantalones de traje, una camisa azul oscura con líneas finas y blancas partida por una corbata, negra también. El chico está tomando una copa de vino y tiene la mirada fijada en el horizonte, o eso creemos.
No deja de observar a otra figura, muy clara también. Una chica de asombrosa belleza quieta en el paseo, muy lejos del chico, la gente no para de pasar por al lado. Ella es rubia y lleva un vestido rojo, muy elegante.
Él se levanta y empieza a andar hacia ella, pero cuesta mucho. Mucha gente pasea por allí, en su dirección y en la contraria, pero de repente todos caminan hacia él y le impiden avanzar. La chica le espera, impaciente, no deja de mirarle pero no se atreve a moverse. Él decide luchar y corre hacia el lado, entrando en la playa. Ella le imita.
Los dos corren uno hacia el otro. Se les caen los zapatos y se les manchan los pies de arena. Se acercan rápidamente. A cada paso levantan unos granos, pero algo extraño sucede. La playa tiene vida.
Grandes olas de arena se levantan que van tapando el paseo, ya no se ven las baldosas blancas y rojas, ni los bares, ni las mesas y sillas, ni las figuras que caminan. La arena no para de moverse y les levanta, cada vez más alto. Ellos continúan corriendo uno hacia el otro, a través del pasillo que va regalándoles la arena. Al final están en frente, encima de un bloque muy alto de arena. Si miran hacia abajo sólo hay una ciudad, muchas casas y edificios, calles y edificios. Una ciudad normal, pero de arena. Y ellos están encima del edificio más alto.
No dejan de mirarse, se acercan más y se cogen de la mano, ella parece nerviosa. No confía en que la frágil arena pueda sostenerles, es un bloque muy alto y podría derrumbarse.

- A veces algo muy débil - dijo él - tan sólo necesita un empujón para ser indestructible.

Entonces el mar, que se encontraba a la izquierda de la ciudad de arena, empezó a subir y una ola avanzó hacia el edificio. La ola cambió de forma hasta convertirse en una manguera de agua que rodeó el edificio subiendo alrededor de él en espiral. Cuando llegó arriba se estrechó y arena y agua se juntaron. La arena se endureció y la chica sonrió.

- Ves? No importa lo que pase, no importa que hacia debajo nuestro o alrededor, éste es nuestro mundo. Nosotros lo controlamos todo y sólo necesitamos un pequeño cambio, para que sea imposible separarnos y caer. Confía en ti y en mí.

Y la besó.




Codi 2: 402506

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