Más sabe el diablo por viejo que por diablo

El folio en blanco se extendía frente a mí, mis dedos no se movían y la tinta seguía goteando. Sobre la mesa. No sé cuántos segundos llevaba así, tal vez minutos. Tal vez horas. Finalmente algo me sobresaltó y me vi, ahí, con un folio en blanco y un escritorio manchado de tinta. Intenté limpiarlo de un manotazo. Gran error. Tuve que correr al baño a limpiarme la mano, que me quedó de un bonito azul sucio. Luego pasé un trapo mojado por mi viejo escritorio de madera. Viejo, y además ahora manchado.
Volví a coger la pluma, le pasé los dedos por la punta y me decidí a escribir. Tenia la mano manchada, la palma derecha azul y los dedos índice y corazón de la izquierda igual. Como un verdadero artista. Estaba orgulloso de mí, tenía manos de escritor. Manos de escritor, y un folio en blanco. Pegué un trago de café y volví a concentrarme en el folio. ¿Sobre qué podría escribir? Mil ideas pasaron a la vez por mi cabeza. Espadas, dragones, zombies, asesinatos, Presidentes... Nada, se había escrito sobre todo. Mal, muy mal. Me pareció escuchar una risa detrás de mí, lo ignoré. Seguí mirando el folio, intentando que me dijese cuál era su destino. ¿Te habían fabricado para poesía tal vez? Yo soy un negado en la poesía. Si ese folio esperaba un poema, acabaría en blanco para siempre. ¿Teatro tal vez? He leído teatro, podría escribir algo. Finalmente tracé las primeras palabras: "ACTO 1". Bien, decidí que empezaría por el principio.

Había pasado una hora, mis manos seguían manchadas, el café ya no humeaba en la taza y no había escrito nada más. Quería un cigarrillo, pero me acordé que yo no fumaba. Me calenté otra taza. Al volver al folio éste seguía igual, desobedeciendo mis órdenes. Insolente, si fuese un buen folio algo más habría escrito. Escuché de nuevo la risa, volví a ignorarla. Mi cabeza tamboreaba y nada de calidad me proporcionaba. Oh, vaya, poesía. Escribí esa frase en el folio y me quedé observándolo. Hice una bola con él y lo lancé a la papelera. Folio nuevo. "ACTO 1". Era inútil, se me había olvidado escribir. Probé de recitar de nuevo, con la pluma, las primeras palabras de algún texto mío. Nada me vino a la cabeza. Ya no sabía escribir. La risa sonó de nuevo, estaba vez muy alta. Estridente. Me giré cabreado. Y lo vi.

Estaba sentado en MI cama, con las piernas estiradas y la izquierda sobre la derecha. Vestía una camisa negra y unos pantalones muy bien planchados. Hacía girar la corbata y la americana... No, no había americana. Debería haber americana. "Tengo calor, no quiero americana." dijo él. Ah claro, por eso no hay americana. No la ha traído. Me miró, a los ojos y un poco más adentro. Sentí como entraba en mi mente. Vacía, inútil. Sonrió, se divertía. 
- ¿Te parece gracioso? Soy un escritor con un folio en blanco, ¿te divierte? - Le pregunté, ya cabreado.
- Para nada muchacho, relájate. - Me sonrió, de nuevo. Con malicia, tal vez. Me gustaba esa sonrisa.
- No soy un muchacho, y estás en mi casa. Trátame de usted.
- Para mí todos son muchachos. Y perdón por entrar sin permiso, pero tú harás lo mismo cuando llegue el momento. Estaremos en paces.
Sonrió. Yo no entendía nada, y eso le divertía. Le di la espalda y seguí con el folio. Creo que él también me sonreía. Todos se divertían, menos yo. Se me ha olvidado escribir. Noté su mano en mi hombro, me miró fijamente a los ojos y sonrió. De nuevo. Siempre igual. 
- ¿No sabes qué escribir muchacho? 
- ¿No sabe qué escribir señor? Venga, repítelo. - Si él quería divertirse, yo me uniría a la fiesta.
Me tendió un folio, con un papel precioso y una tinta increíble. Era un contrato. "Fírmalo, y escribirás lo que nunca se ha leído. ¿Eso quieres, no?" Le sonreí, cogí el folio y firmé.
Cogió la corbata y se marchó, silbando. No conocía esa canción. Yo me quedé mirando el folio, en blanco. Y el contrato, firmado. Decidí buscar la inspiración en otra parte y fui a abrazar a Morfeo.

Me desperté esa mañana con el pulso acelerado, ese sueño había sido muy extraño. No sé si era real, pero yo no conocía a esa persona. Tal vez mi mente me enviaba señales, o simplemente se aburría. ¿Quién era ella?

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