Una esquina doblada

Me estoy releyendo los libros de Harry Potter, todos. Ya me los leí hace años, cuando salía cada libro nuevo de la saga yo iba corriendo a la librería, lo compraba y lo devoraba. Desde bien pequeño he sido un seguidor de la lectura, tal vez esta saga me convirtió en un amante de la lectura. Pasar horas y horas pasando páginas, con el pulso acelerándose y olvidarte de si brilla el sol o su reflejo en la luna. Que desaparezca el hambre, la sed, el cansancio, y lo que llegué más a agradecer, la tristeza. Cautivarte con un mundo nuevo a descubrir, con unos personajes a odiar o por quien preocuparte. Con unas muertes que llorar y unos amores que disfrutar. Vivir la magia, cautivarte por hechizos e imaginarte esas horribles criaturas que describía. Observar como se forja una amistad, pasar del odio al aprecio de ese profesor de pociones con nariz puntiaguda y pelo sudoroso. Llorar por un padrino, por un profesor, por alguien capaz de amar a una persona aún muerta ésta. Agradecer a la autora que consiguiera que un hombre lobo, que un estudiante torpe o un borde pelirrojo nos cayeran bien. Desear volar, aparecerse y desaparecerse o tomar una poción multijugos. Todos los que hemos leído esta saga hemos experimentado mil y una sensaciones, y todos los aficionados a la lectura hemos pasado horas y horas de disfrute que no se pueden describir. Como tampoco puedo describir lo que he sentido antes:

Cuando iba releyendo cada uno de los libros, observaba que había partes de los libros donde aún no había llegado que ya tenían la esquina doblada, esa pequeña señal que siempre me indica por donde cerré el libro la última vez. No le dí muchas vueltas pero siempre me preguntaba lo mismo: ¿porqué ya está marcada la esquina? No tiene una respuesta muy complicada: Porque la doblé hace años. Porque cuando aún no tenía perilla, cuando aún no era universitario, cuando nunca me había enamorado, cuando aún no había perdido a ningún ser querido, cuando aún no había temido ser olvidado, cuando aún deseaba ir al cine y ver esa última película... ya leí ese libro. Y me he dado cuenta de como cambian las cosas, de cómo cambio yo y mis hábitos no, de las cosas que pasan y las que se quedan.


Porque algunas vivencias, algunos recuerdos, algunas personas; se quedan como una esquina doblada de una página leída de un libro amado por un jovenzuelo... no se pueden borrar.

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