Estábamos todos

Sólo quedamos mi mujer, mi hija y yo.
- ¡Duele mucho Jack, me duele! - Grita ella, llorándome a los ojos e implorando que sea rápido.
- Lo sé cielo, - intento calmarla. - respira. Tranquila, todo irá bien. Respira, respira. Lo conseguiremos.
No soy doctor, ni enfermero, nunca lo he sido ni nunca tuve en mente serlo. Estoy ayudando a mi mujer a dar parto en el comedor de una casa. No es mi casa, pero todas están vacías. Ella sigue gritando, y yo intento recordar todo lo que pude leer. Las bibliotecas han sido abandonadas, y las calles. Todos es nuestro, todo. Pero eso no lo compensa. Le digo que se calme, que todo irá bien. Ya la veo, su cabeza. Poco a poco va saliendo. Poco a poco. Poco a poco...
Sostengo a mi hija en mis manos, y lloro. Sus ojos siguen cerrados, cojo su mano y la siento fría. Acaricio su pelo, rubio. Es preciosa. La lágrima me resbala por la mejilla y cae hasta ella. Me acerco el bebé a mí, intento que su respiración y la mía se unan en una. Es preciosa. Pero sólo oigo a dos personas respirar. Sólo a dos. A mí, alegre y compungido. A mi mujer, agotada. Mi hija no respira y yo, sólo puedo llorar en silencio.

Sólo quedamos mi mujer y yo.
- Quiero verla Jack, acércamela. - Ella jadea, mi mujer está exhausta. La oigo llorar, de alegría. Ha sido madre. O eso es lo que ella cree. Yo no puedo retener las lágrimas, pero no puedo permitirme gritar. No, por ella no.
- No. - Le contesto, con toda la calma que me permito. - Tengo que lavarla primero.
- ¿Está viva Jack? - Su voz es tranquila, calmada, como si no tuviese nada que perder.
- Claro que está viva. - Miento.
- Jack, por favor... Responde, ¿ha muerto nuestra hija? - Oigo que empieza a llorar, a mí ya no me quedan lágrimas, ni fuerzas.
- Sí.
Ella grita, yo dejo cuidadosamente a nuestra hija en la cuna y me acerco a ella. La abrazo, la beso, le digo que todo irá bien. Me tumbo con ella y le susurro al oído. Le canto, su canción favorita. Ella llora, no puede hacer nada más.
- ¡Lo siento mucho Jack! - No, no debe sentirse culpable. - Las dos sentimos abandonarte ahora...
- ¿Qué? - Las lágrimas vuelven a aflorar.
- Háblame del cohete Jack, háblame de él una vez más.
Le hago caso, sólo quiero que todo vaya bien. - El cohete despegó hace una semana, tenían que escapar todos. Era enorme, nunca había visto algo tan grande. Desmontaron edificios para poder construirlo. Miles, millones de personas dentro. Escapando de su hogar, de su planeta. Para siempre. Consiguieron tapar el sol, no se veían las estrellas. Se escuchaba a miles de quilómetros. Nosotros lo vimos, lo vimos despegar. ¿te acuerdas? Nos cogimos de la mano y nos prometimos que todo iría bien. Pero no pasa nada cariño, nos tenemos el uno al otro. Estamos aquí, en casa. Juntos.
- Lo siento mucho Jack.

Sólo quedo yo.
Me duelen los brazos, llevo horas cavando. He cubierto la tumba de mi mujer de flores, la he bañado en la primavera. "Te lo prometo" he escrito con una piedra en una roca que coloqué a la cabeza de su tumba. My mujer, huele a vida. Pero vida, ya no hay.
La tumba de mi hija es pequeña, muy pequeña. Nunca la oiré cantar, nunca la veré sonreír. Nunca sabrá cuánto la quisimos, ni lo que significaba para nosotros. He escrito "Esperanza" en su tumba, y la tierra sonríe para mi pequeña.
He cavado una tercera tumba, de mi tamaño. No puedo morir ahora, se lo prometí. Todo irá bien. Pero quiero tener un sitio al que ir cuando todo acabe. Cuando el día llegue. A mí, nadie podrá enterrarme.

Un año más tarde.
Estoy solo.
He subido a lo alto de la montaña, el viento me golpea en la cara y el cielo se extiende frente a mí. Es precioso. Dios, la echo tanto de menos. Cierro los ojos y espero que llegue rápido. Cariño, nos veremos pronto. Cariño, ¿te acordarás de mí? Querrá que le cuente historias. Le hablaré de este año. De como he visto cosas que nadie imaginaría. Lo que es una ciudad desierta, lo que significa vagar... solo. Pero no estoy triste. Ya no. No te sientas culpable mi vida. Ya empieza, el cielo se vuelve rojo. Los árboles caen y veo animales huir. ¿A dónde? El Sol nos quema, y yo le abro los brazos. Abrázame, y llévame con ellas.

Se equivocaron, dijeron que el planeta acabaría este día. Pero no ha sido así. El sol ha cubierto la Tierra. La erupción solar ha llegado a nuestro planeta pero éste sigue aquí. Y yo con él. El Sol me ha cegado, tropiezo y siento que la montaña viene hacia mí. Caigo. Caigo desde muy alto. He escuchado mi propio cráneo partirse, he visto la luz y no he ido hasta ella. He muerto, pero sólo me dormí. La Tierra no ha sido destruida, el Sol me ha dado vida de nuevo. 
Me muero, y no muero. Me suicido, y no muero. Una y otra vez... Pero es inútil, el Sol no me lo permite. Me clavo una enorme placa de metal en el estómago, reconozco la escritura de la placa. Es un trozo del cohete. Y yo, no muero.

Estoy solo, para siempre.

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