El ser humano

Cuando el hombre nació. Tenía a su alrededor a muchas personas, ninguna cara era conocida. Tenía miedo, pero se sentía extraño, un intruso. Ese ambiente le era nuevo, nunca había estado allí. No sabía como actuar. Pero había alguien, un ser más grande que él, que lloraba y le cogía, no paraba de mirarle. Le intimidaba un poco, pero por alguna extraña razón, se sentía seguro. Así que lloró.
Tardó meses en levantarse, y meses en caminar. Por eso, la jirafa se reía siempre de él, pues ella pudo caminar a los minutos de nacer.

Con el tiempo empezó a conocer a otras personas como él. Más o menos todos eran del mismo tamaño, pero no todos actuaban igual. Unos gritaban, otros estaban en silencio, otros dialogaban entre ellos. Por eso el león se reía de él, ellos siempre competían por ser los mejores, desde el principio. Para el león, muchos hombres eran cobardes, pues no se atrevían ni a conversar con otros.

Llego un día que creció y tuvo que ser auto suficiente. En cierta medida. Ya iba él solo al supermercado, él mismo escogía que comprar con ese dinero que conseguía con su propia sudor. Para la leona eso era una vergüenza. Ella llegaba a correr kilómetros detrás de animales más flojos para poder comer, y el hombre, sólo trabajaba y movía un carro por pasillos.

Un día el hombre conoció a alguien. Tenía miedo, no sabía si seguir o aislarse, como siempre. Pero decidió intentarlo, y con el tiempo... se enamoró. Muchos animales se rieron de él. Para ellos lo importante era copular y tener hijos. El hombre era ñoño, débil, dependiente. No lo entendían.

No podían entender nada. Le daban vueltas y vueltas. El hombre, que tardaba más en caminar, que conseguía todo con poco esfuerzo, que era débil, físicamente y psicológicamente. No tenía uñas, ni colmillos, ni alas. No era excesivamente fuerte, ni rápido. Pero él, les dominaba a todos y cada uno de ellos.

Entonces, cierto día se acercó el mono, pues decidieron entre todos los animales que fuera él quien hablara con el hombre, por el cierto parecido que les veían.
¿Cómo lo haces? Dijo el mono. ¿Cómo puedes estar en la cumbre de todos si en realidad no nos llegas a la suela de los zapatos?

El hombre rió, pues ese mono no usaba zapatos. Ni la jirafa, ni el león, ni la leona. Y luego decidió explicárselo.

- Cuando nacemos, no tenemos nada. Pero otra persona, normalmente dos, nos lo dan todo. Es muy difícil centrar tanta parte de ti, de tu tiempo, de tu todo, en otra persona. Una persona que en el fondo acabas de conocer. Por eso tardamos en levantarnos, pues es difícil que nos ayuden a sostenernos en pie. Este mundo es cruel. La gente roba, mata, viola, miente... Pensarás... nosotros también lo hacemos. Pero vosotros lo hacéis por necesidad. El hombre muchas veces lo hace por vicio, lo cuál le convierte en un ser muy impredecible. El mundo en el que vivimos es complejo, por eso cuesta sostenerse en pie. Pero esas personas, los padres, son grandes ayudas.
Cada uno es como es. Es lo mejor del hombre. Aunque a veces veas que todos visten igual, actúan igual o hablan igual. Cada uno es único. Los hay más débiles o más fuertes. Pero no te engañes. A veces, ese que es débil puede verse en una situación peliaguda, entonces el fuerte deberá temerle. Los hombres tenemos mucha fuerza de voluntad, ganas de vivir. Y eso nos distingue con vosotros.
Trabajar es duro. Cierto que perseguir a la víctima no es moco de pavo... pero trabajar es duro... un camino difícil... así que mono, no digas que la comida la conseguimos con poco esfuerzo... porque hay mucha gente que hoy en día no tiene comida. ¿Cuantos animales conoces que mueran de hambre? Lo peor es que los hay, y esos animales mueren de hambre muchas veces por culpa del hombre.

Y el enamorarse... bueno mono, eso es muy complejo. Y cuando alguien se enamora no es débil, AL CONTRARIO!!! Alguien que ama se convierte en la persona más fuerte del mundo... pues cruzará mares y montañas por esa persona.


Así que mono, el hombre está arriba del todo porque vive en comunidad, porque trabaja, porque lucha, porque es único, porque siente. El hombre está en la cumbre porque intimida, porque llora, grita, ríe. El hombre está en la cumbre, porque aún no ha llegado nadie que le eche de allí. La verdad, sinceramente, yo tampoco lo entiendo.

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