¿Quién soy?

Lourdes corrió con todas sus fuerzas mientras la impasible sombra le seguía. Le faltaba el aliento y sentía sus piernas arder, pero no podía permitirse frenar. No podía permitirse ni mirar atrás. Debía correr, como siempre hacia para seguir avanzando. El oscuro pasillo la dejaba indefensa, y su cuerpo y sus fuerzas debían ser su escudo. No había luz, pero su valentía le ofrecía un rayo de esperanza al final, donde todo acaba. ¿O era donde todo empezaba? La bestía tampoco se rendía, combatiendo para alcanzarla. Sentía sus gritos, su odio y su rabia sobre la nuca y el pelo sedoso que bailaba mientras corría. Pero sus piernas eran largas y fuertes, y ella no se cansaría. Pero no sirvió de nada cuando notó como le cogía del hombro, y apretaba. Sangre, dolor, oscuridad. Después empezó a sonar una canción, no le gustaba. ¿Y así acababa todo?

- Hoy he tenido un sueño, me seguía una especia de monstruo... ha sido horrible. Pero me resultaba familiar, ¿te suena de algo? - Kevin se sentó en la mesa al lado de su esposa mientras sorbía de su taza de café, la miró sonriente y negó con la cabeza. Cogió el periódico. - Lo he pasado mal, llegué a tener miedo de verdad... era tan real. - Su voz temblaba un poco, ella cogió también el café y después se quedó mirando a su marido. Tan seguro, tan tranquilo, tan él.
- ¿Te interesa la neurología?
¿Pero qué? - ¿Qué? ¿A qué viene eso? Bueno, supongo que podría interesarme pero... ¿me estabas escuchando?
- Claro. No sé si sería de ese campo, pero me vino a la cabeza lo de los recuerdos reprimidos. Ya sabes, cosas que te han sucedido y decides olvidar. Bueno, no es que lo decidas pero así lo haces. Cosas tan importantes para ti que no puedes recordarlas. ¿No lo crees fabuloso?
Kevin esperaba su respuesta ansioso, parecía que le gustaba ese tema de conversación. Nunca le había hablado de nada de ciencias, y mucho menos de recuerdos reprimidos y Neurología. - Sí, es una forma... inteligente de quitarte preocupaciones. ¿Crees que el sueño podría ser un recuerdo reprimido?
- Tal vez, no lo había pensado. A lo mejor es algo que te pasó, tal vez sea todo una metáfora... ¿Has pensado alguna vez que tal vez ese "sueño" haya marcado tu forma de ser? Es increíble, que algo que ni recuerdas te defina... - Absorto, totalmente absorto en sus pensamientos.
- No, nunca antes lo había soñado. Pero creo que el entorno es mucho más importante, los padres y los amigos. Opino que los recuerdos del pasado son meros pequeños jugadores de nuestra forma de ser, incluso seguro que nosotros decidimos de alguna forma cuáles son más importantes y cuáles menos. - Empezaba a gustarle el tema de conversación, y se había calmado bastante.
- No había pensado en eso. No creo que haya grados, seguro que todo influye. Es como esa pregunta que se hace la gente: ¿La gente nace buena y el mundo le pervierte o nacen malos y el mundo los vuelve buenos? ¿Tú qué opinas? - Sus ojos, azules, clavados en los de ella.
- Uy, pues no lo sé... Yo creo que hay de todo, como siempre. Y sí que todo influye en las personas, nos rodean mil factores que nos definen. Pero convivimos con la mayoría de ello...
- ¿Quién eres? - Kevin no le dejó acabar la frase, y soltó esa pregunta como si fuese lo más normal del mundo. Después de tres años casados. - Vivimos rodeados de asesinos y violadores, de gente que pone su vida en peligro por ancianas desconocidas y gatos. Comemos mientras en las noticias nos relatan homicidios y atracos, y luego vamos a comer sin ningún tipo de pesar sobre el cuerpo. Leemos en los periódicos como se dan grandes donaciones y obras caritativas, pero nadie se asombra de verdad. ¿Quién es bueno y quién es malo? Y la pregunta de verdad, ¿desde cuándo lo fue? Piensa en todo lo que te rodea, en la gente con la que te cruzas... También en lo que has vivido, lo que recuerdas y lo que no. También en lo que reprimes. Si uno de estos factores fuera diferente... ¿quién serías? Al final nadie es nadie, estamos tan sobrecargados en este mundo que todos somos escritos de otros. Somos las novelas sin acabar de mil escritores...
Kevin no pudo seguir hablando, fue como si una inspiración divina le hubiese entrado en el cuerpo para soltar ese gran discurso. Le recordó al aire que cogía cuando se encerraban a fumar en la universidad. Su marido, su vida. ¿Tal vez él también decidió sobre su forma de ser?

"Somos las novelas sin acabar de mil escritores."


1 comentario:

Anónimo dijo...

Un gay.